CRÓNICA DE INDIAS

 

La crónica de Indias: pórtico de las letras hispanoamericanas

Nuestra literatura nace en el momento en que España entra en contacto con la tierra americana y en que esa realidad se comunica al mundo europeo, que la recibe con avidez.

El primer nombre propio es el de Cristóbal Colón, quien la inaugura con su Diario de a bordo y con su famosa Carta del Descubrimiento, escrita en el regreso de su primer viaje, frente a las Azores, en febrero de 1493. Toda Europa leyó la carta de Colón, difundida en castellano por la imprenta y traducida de inmediato al latín 1.

La necesidad de dar a conocer América a Europa y de difundir los fervores de la insólita aventura hicieron reverdecer, con extraordinario ímpetu creador, un viejo género medieval, el de la crónica. Sus cultores, los cronistas de Indias —así llamados porque las Indias fueron todo lo que España incorporó en su gesta ultramarina—, llenan, con sus variadas y amenas producciones, el primer capítulo de nuestras letras

Intereses subjetivos, oficiales y de registro histórico

Desde que Colón informó a los Reyes Católicos, con su célebre Carta, los resultados de su primer viaje, la corona lo instó a más y más escribir acerca de las tierras halladas y por hallar.

De igual modo, cuantos después de él partieron en pos de América recibieron precisas instrucciones de relatar puntualmente acerca de las cosas de Indias: condición de sus gentes, ritos y costumbres; características del paisaje, clima, accidentes geográficos; descripción de la fauna y de la flora; recursos y riquezas; existencia de minas. Todo ello obedecía a una necesidad política de la corona. La respuesta fue una innumerable producción de relaciones, cartas, memoriales y crónicas escritos por los mismos protagonistas de aquellas aventuras o por cronistas a su servicio, que suplían la carencia de letras de sus jefes o la escasez de tiempo de sus capitanes para asentar, con morosa caligrafía, los perfiles de tantas novedades.

Esos escritos respondían, en todos los casos, a los intereses subjetivos de sus autores: encarecer la propia empresa, la valía de las tierras descubiertas o conquistadas, la importancia de la gesta cumplida y el reconocimiento de los servicios. Tales relatos, por ello, pertenecen a la crónica particular de Indias y sus autores, aunque acicateados por las motivaciones oficiales y el mandato regio de "todo nos lo escribid por nuestro servicio", reciben el nombre de cronistas particulares de Indias.

Cronistas que responden a intereses subjetivos

En este grupo, sin duda el más numeroso y variado del gran capítulo de la historiografía indiana, se incluyen —como es evidente— los que escriben por personal iniciativa, o los que lo hacen para informar a la corona.

A los intereses subjetivos de la crónica de Indias responden, también, los cronistas religiosos que narran los avatares de la conquista espiritual y que, en el contacto con el alma indígena, ahondan en el conocimiento de las lenguas nativas o en el mundo de las culturas precolombinas, cuando no polemizan acerca de los derechos de los indios. Una monumental historiografía surge de esta vertiente y de sus representantes, sacerdotes o miembros de órdenes religiosas.

Finalmente, integran el grupo los narradores indígenas que, en su lengua nativa o en la de sus conquistadores, se empeñan en salvar del olvido la historia de sus mayores o nos dan, desde su ángulo vital, la otra cara del choque espiritual entre los dos mundos. Muy cerca de ellos se ubican los escritores mestizos.

Cronistas que responden a intereses de registro histórico

De la crónica particular de Indias del período primitivo se pasó, en una segunda etapa, a un auténtico interés de registro histórico, ordenador de tantas noticias dispersas.

Fue Pedro Mártir de Anglería, ilustre humanista italiano, instalado en la corte de los

Reyes Católicos, quien escribió, al elaborar en una obra ergánica los informes y relatos

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,—"partos del fecundo Océano" los llama—, el primer que le llegaban c de América           esbozo de una historia americana de conjunto

Su obra —que fue publicándo por partes, libros o décadas a partir de 1511-— se editó completa en 1530, ya muerto el autor. Escrita en latín, corresponde a la corriente humanista de la crónica de Indias,

Desde mucho antes de la publicación de su primera Década, venía Pedro Mártir propalando entre sus pares de toda Europa —papas, cardenales, príncipes, hombres de corte y de ciencia—•, jen amenas epístolas latinas, las novedades de América 2. Su primera noticia epistolar, en la que daba cuenta del Descubrimiento, data del 14 de mayo de 1493. Registra, con estilo ágil, noticias llamativas:

Y no dudes que hay lestrigones o polifemos, alimentados con carne humana. Escucha, y ten cuidado no sea que dc horror se te pongan los pelos de punta —le dice a su insigne amigo, Pomponio Leto—. Cuando se sale de las Afortunadas (que algunos quieren llamar Canarias) [ ) si se dirige la proa un poco al Mediodía, se da en las islas innumerables de hombres feroces que llaman caníbales o caribes.

Después de las cartas de Colón y de las de Américo Vespucio 3 , las Decades de orbe novo fueron/ sin duda, los escritos que más entusiasmaron a las minorías cultas de Europa Pedro Mártir de Anglerfa fue un observador atento:

Otra fruta dice el invictísimo rey Fernando que ha comido, traída de aquellas tierras, que tiene muchas escamas, y.en la vista, forma y color se aventaja a toda fruta de huerto; pues no es árbol, sino hierba muy parecida al cardo o al acanto. El mismo rey le concede la palma. De ésta no he comido yo, porque de las pocas que se trajeron sólo una se encontró incorrupta, habiéndose podrido las demás por lo largo de•la navegación. Los que las comieron frescas donde se crían, ponderan admirados lo delicadas que Son 4

A la obra de Mártirae seguirán pronto otras de similar concepción, abarcadoras de la historia general de las Indias e impulsádaS por el mismo afán de recoger, con intención histórica, los materiales dispersos o 'los frutos de observaciones personales. Tal el caso de Gonzalo Fernández de Oviedo, que es el iniciador en lengua castellana de la crónica general de Indias. También, el del padre Bartolomé de Las Casas, quien, con su Historia de las Indias y su Apologética historia de las Indias, es fuente insoslayable de los primeros treinta años de España en Àmérica.

-Pedro Mártir de Anglería y Bartolomé de las Casas responden a intereses subjetivos. Oviedo, en cambio, según veremos, a los oficiales de la corona, de los que será el primer vocero.

Los variados intérpretes de la historiografía indiana

En el gran capítulo de la historiografía indiana vemos desfilar a descubridores,' conquistadores, humanistas que nunca pisaron las tierras de ultramar, soldados o navegantes de aventuras incontables, funcionarios,- sacerdotes, representantes de las órdenes religiosas, indios, mestizos y criollos. La lengua empleada es, en general, la española; pero ella comparte con la latina y con algunas hablas indígenas (amén de unas pocas obras escritas por europeos en sus idiomas extranjeros) el privilegio de haber sido vehículo expresivo de las cosas y hechos del Mundo Nuevo.

Cronistas de Indias por oficio o un funcionario "ad hoc"

La corona española creó, en defensa de sus intereses, el cargo de cronista oficial de Indias.Ese oficio, en 1532, fue concedido por Carlos V a Gonzalo Fernández de Oviedo.

Gonzalo Fernández de Oviedo: primer cronista oficial

Oviedo escribió como cronista oficial su Historia general y natural de las Indias (1535) 5, obra en la que estuvo empeñado desde su juventud, y que creció, en su larga experiencia americana,' con el aporte de la documentación a la que tuvo acceso por su cargo, en Santo Domingo, donde Tesidió los últimos años de 'su vida 6 .

-Otra característica destaca a Fernánde? de Oviedo: fue el primero Que compuso una obra de la naturaleza y del' hombre americanos 7. Dedicada a Carlos 'V,

escribió en una de sús estancias en España, con la sola ayuda de su memoria. El Sumario de la natural historia de las Indias, por su contenido temático, abrió cauce a una interesante vertiente de la historia indiana: el hombre y su medio 0. Dos temas que apasionaban al cronista y que moverían la curiosidad no sólo del monarca, sino también la de los lectores. Así, por ejemplo, en el capítulo dedicado a los pescados y pesquerías 8 , es —como él dice— "cosa de oír" la descripción de los peces voladores:

.cuando los navíos van en aquel ,grande mar Océano •9 siguiendo su camino, leván tanse de una parte y de otra muchas manadas de unos pescados, como sardinas el mayor IO y de aquesta grandeza para abajo, disminuyendo hasta ser muy pequeños algunos de ellos, que se llaman peces voladores, y levántanse a manadas en bandas o lechigadas, y en tanta muchedumbre, que es cosa de admiración, y a veces se levantan pocos; y como acaece, de un vuelo van a caer cien pasos, y a veces algo más y menos, y algunas veces caen dentro de los navíos. Yo me acuerdo que una noche, estando la gente toda del navío cantando la salve, hincados de rodillas en la más alta cubierta de la nao, en la popa, atravesó cierta banda de estos pescados voladores, y quedaron muchos de ellos por la nao, y dos o tres cayeron a par de mí, que yo tuve en las manos vivos, y los pude ver muy bien . . . ll

En sus dos obras es importante la vivencia directa de América y, consciente de ello, el autor reclama para sí el mérito de ser "testigo de vista"

autoridad de àlgún historiador o poeta sino como testigo de vista.


Así, en el capítulo "De las minas de oro", pone de relieve su autoridad en un tema de indudable resonancia:

. . .puedo yo hablar en ellas mejor que otro, porque ha doce años que en la Tierra-Fime sirvo de veedor de las fundiciones del oro y de veedor "de J minas, • al Católico rey don Fernando, que en gloria está, y a vuestra majestad 12 y de  he visto muy bien cómo se saca el oro 13 y se labran las minas, y sé muy bien cuán riquísima es aquella tierra, y he hecho sacar oro para mí con mis indios y esclavos; y puedo afirmar como testigo de vista que en ninguna parte de Castilla del Oro, que es en Tierra-Firme,' me pedirá minas de oro, que yo deje de ofrecerme a las dar descubiertas dentro de diez leguas de donde se 'me pidiera y nuy ricas . . . 14

ilmaginemos a los lectores europeos, tan ávidos por el oro de Indias, detenerse en este capítulo, extenso y minucioso) Con el aporte de Gonzalo Fernández de Oviedo cobra relieve la historiografía fundada en cla observación de los hechos: sus obras se insertan en "la -corriente realista 95.

En tanto que cronista oficial, defendió en la Historia general, su obra cumbre, la política imperial de la conquista y se opuso a quienes, como Las Casas, sustentaron la tesis en favor del indígena.

El cargo de cronista mayor de Indias

En 1571, durante el reinado de Felipe ll, se instituyó el cargo de cronista mayor de Indias. Se institucionalizó, así, una práctica ya iniciada, según acabamos de ver, con Fernández de Oviedo, Entre sus más destacados representantes, que se fueron sucediendo unos a otros, cabe citar a Antonio de Herrera, autor de la Historia general (1601) 16, muy difundida, y a Antonio de Solís, que escribió la Historia de la conquista de Méjico (1684), una joya de Ja historiografía barroca. En 1755, heredó el' cargo la Real Academia de la Historia, con asiento en Ma

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